De nuevo atacan con la «cultura», un término mitificado hasta la extenuación, pero de gran operatividad simbólica. El acento no se pone sobre la ciencia, la democracia o la justicia social, sino sobre la cultura, porque es desde ésta de dónde parten las esencias.
Si la cultura es el eje central de la marca hispana (una especial forma de ser que se manifestaría concreta y espontáneamente), al vincularla a la historia de las sociedades que la protagonizan, ¿cómo comprender esa misma idea de cultura (atractiva) cuando la historia muestra tal fracaso social y político? ¿no es perversa la disociación entre cultura y sociedad?
Ver «Una nación cultural única» (El País, 7 oct 08)
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