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El Museo Histórico de Estocolmo: ovación

Estocolmo. Suecia. El Museo Histórico de la ciudad (Historiska Museet) es toda una lección sobre cómo presentar un relato de la identidad nacional. Es muy difícil ver hoy en Europa y en el mundo una interpretación tan objetivamente crítica de lo «propio», de lo «nacional», aportando al visitante una distancia constructiva tan inteligente como enriquecedora de los modelos con que se ha ido pergeñando la misma idea de historia como de nación. Para sacarse el sombrero.

El museo está dedicado a la cultura vikinga y a la Edad Media. Sólo entrar, uno se encuentra con el siguiente aviso:

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O sea, cuidado (nos dicen) que los vikingos ni son suecos ni Suecia existía, por lo que intentar cualquier discurso de legitimación nacional en el pasado hará aguas.

Poco después, una sala recoge las diferentes interpretaciones interesadas que se han hecho de los vikingos en la propia Suecia, desde el siglo XIX y sus obsesiones de creación de un «dominio» histórico nacional, hasta el siglo XX con sus lecturas raciales y biologistas hasta los intentos por parte de la democracia de hacerse con una visión «pacífica» de la cultura de antaño.

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En un plafón final, una vikinga negra, con la siguiente leyenda:

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Pero la cosa no acaba ahí. En salas posteriores, en un brillante despliegue museístico, se nos interroga directamente sobre quién escribe la historia, preveniendo al público sobre la cuestión. Incluso muestran en clave del todo irónica a los próceres de la ciencia histórica responsables de los relatos que hemos heredado (Mommsen, etc):

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Otro interrogante de lo más sutil: nos preguntan sobre cómo se ha organizado el mundo como archivo y a quién responde esa categorización:

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Y nos muestran visualmente qué ha salido elegido y qué se ha decidido que no tiene importancia. De forma verdaderamente fácil de entender:

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¿Por qué elegimos unos objetos y no otros?

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Y aún más allá: ¿quién nos cuenta de los objetos que nunca se han encontrado?

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Insisto en que muy pocas veces, por no decir ninguna, puede uno ver algo así en los cientos de museos históricos que recorren las capitales de los estados, siempre obsesionados en justificar lo nacional trazando líneas argumentales que se sumergen en los tiempos más remotos, identificando orígenes con maneras de ser.

Ni en los museos de Francia, Inglaterra, Alemania, Austria, Italia, México, Chile, Rusia, Bélgica, Suiza, Estados Unidos, Finlandia, por citar algunos, podemos encontrar cosas así.

Y de España, ¿qué podemos decir? Visitar el Museo de América en Madrid no sólo es un insulto a la inteligencia del visitante, sino un oprobio hacia los países americanos. Un museo obsesionado en presentar a las hijas de la madre patria como si se les hiciera un favor, esforzándose en dar una lectura cientifista con los viajes de Malaspina que apenas puede esconder el profundísimo sentido colonialista que opera detrás.

¿Qué decir de la famosa calavera que presidía hace unos años el recorrido del Museu d’Història de Catalunya, en Barcelona, junto a una etiqueta que lo databa hacía 3 mil años y que nos daba a entender que estábamos antes el primer catalán? ¿Qué decir del Museo Sabino Arana, en la sede del PNV de Bilbao, en donde guardan en una urna de vidrio un trozo de madera quemada perteneciente a la barandilla de la casa del fundador del partido y del país, orígen icónico de lo euskaldún?

Para que en la península encontremos museos como el de Historia de Estocolmo deberán pasar muchos años en los que tendremos que seguir rindiendo cuentas a una historiografía rancia y casposa completamente alejada de interpretaciones críticas, objetivas y distanciadas.

Para acabar con un ejemplo de cómo están las cosas en España, nada mejor que echar una ojeada al pasaporte español actual. ¿Alguien se ha dado cuenta de su aberrante gráfica? Una gráfica establecida en el año 2003, no en 1903. La primera página ya nos muestra un mapa del Atlántico con los viajes de Colón y con las 3 carabelas.

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Pero eso no es todo. En las páginas sucesivas, se nos muestran diversos animales y sus procesos migratorios por el mundo, dando literalmente a entender que la llegada de los españoles a América fue un proceso natural, biológico, inevitable, de la misma manera que las ballenas recorren las corrientes marinas del mundo. Sin comentarios.

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En fin, felicidades al Museo de Historia de Estocolmo.

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One Response

  1. Jordi Rubio dice:

    Ara feia un temps que no passava per aquí, i me n’alegro d’haver-ho fet. D’aquí un parell de setmanes estaré precisament per Estocolm i, després d’aquesta crítica, espero trobar un forat per visitar el Museu d’Història. Gràcies!

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Acerca de este blog

El d_efecto barroco. Políticas de la imagen hispana: un proyecto de investigación sobre el mito barroco en el relato de lo hispano, iniciado en 2004
Exposición y catálogo/DVD en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), 2010-2011; Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Quito, Ecuador, 2011-2012
La memoria administrada. El barroco y lo hispano, Katz, 2011

Coordinación general: Jorge Luis Marzo y Tere Badia

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