Apartemos el abierto desdén del diario El País al PRD y atendamos algunas expresiones del candidato a la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador en esta entrevista publicada el 24 de marzo de 2012.
Lo que revelan es una actualización del d_efecto cultural, o para ser más precisos, culturalista. La cultura como el pegamento desconflictuador, el tornillo que mantiene entera la máquina.
«Un proyecto de transformación como el nuestro requiere auspiciar una nueva corriente de pensamiento, a partir de que se interiorice la idea de que solo siendo buenos, podemos ser felices»; «El pueblo de México es bueno, noble, posee una cultura milenaria… Y gracias a eso se retrasó el actual estallido de odio y de resentimiento».
De la misma forma que el pensamiento culturalista español creó, también en la Transición, la idea de que la cultura era la salvaguarda de la cohesión nacional por encima de la social, de la economía o de la política, ámbitos siempre conflictivos, AMLO sostiene que gracias a la identidad cultural se pudo contener la rabia, algo que, a todas luces es erróneo, porque hace ya siglos que empezó. La cultura, por consiguiente, representa la reunión, desactiva agravios y conlleva bienestar. La cultura ha estado por encima de los vaivenes sociopolíticos. Se hiperinfla la cultura para camuflar los avatares de la realidad. Es lo que llamaríamos el d_efecto cultural.
Por cierto, impagables las palabras del perredista acerca de un referendum sobre la familia homosexual.
«P. ¿El matrimonio homosexual es una familia?
R. Son familias en la concepción moderna, soy respetuoso y no quiero meterme en eso.
P. ¿Lo aprobaría?
R. Le consultaría al pueblo. Yo, para no equivocarme voy a preguntar siempre.
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