Algunas de las «joyas» que aparecen en la prensa hoy sobre el partido contra Italia:
«Veinticuatro años después España por fin se sacudió unos cuantos fantasmas».
«La victoria tuvo un enorme valor simbólico y anímico, una vacuna contra el pesimismo crónico del fútbol español. Esta generación tiene recorrido».
«La selección de Luis destiló un fútbol anémico, demasiado tierno, con muchos jugadores con cadenas en los pies, paralizados quizá por esa hipoteca histórica que pagan todas las generaciones españolas Incapaz de exorcizar tantos demonios».
«Acertó Cesc, se agigantó Casillas y España rompió un maleficio. Y no sólo el de Paulino el santo. Superada la gran barrera de los cuartos, ahora quedan dos listones. Ya no hay fantasmas».
«España dio un vuelco a la historia, que le había dado la espalda desde hace décadas, al lograr, con sangre, sudor y lágrimas, el pase a las semifinales de la Eurocopa, por primera vez desde que lo hiciera en 1984 en Francia».
«Miró al cielo, a sus compañeros y apretó los puños. La España futbolística ya nunca volverá a ser la misma».
«Por una vez no es la COPE. Los rezos provienen de otra parte. Entero. Sí, entero, de memoria. Todos a una. En la SER: «padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre… amén». En la SER rezan el padre nuestro porque la historia habla siempre de penaltis fallados. Pero, ¿qué sucede? «Iker… ¡Viva la madre que te parió!». El chillido corresponde ahora a la COPE. Casillas acaba de parar el primer penalti. «Tranquilos, no pasa nada», un susto, un sobresalto… de nuevo, en la SER. Guiza no ha acertado. No hay nada perdido. El Rey todavía no ha hablado de la ruptura del maleficio. Para Casillas, tiempo de gargantas afónicas. «¡Viva, viva, viva España!», el grito se produce ahora en Onda Cero. En la COPE solo se atienden unos berridos extraños y en la SER, cánticos patrióticos. Otra vez, todos a una, como cuando rezaron el Padre nuestro al unísono. «¡Sí, sí, sí, este año, sí!». Y hay más: «El día 22 Italia dice adiós y la, la, la, la, la». Lama, totalmente afónico, feliz como si llevara unas castañuelas, fuera de sí, eufórico y afónico, es quien alza la voz más que nadie: «Somos un equipo de ganadores. ¡Somos ganadores! ¡Viva España! Por fin se rompe el gafe».
Gafe, maleficio… todo debió ser cuestión de inspiración divina. La religión estuvo en boca, en boca de la SER. La frase de la noche la propuso Poli Rincón: «Si Dios está viendo el partido tiene que ser de España». Sí, de España. Más religión. Más Lama: «Si la sábana santa está en Turín, se tiene que venir a España».»
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