“Sábado 16 de noviembre [1658], víspera de San Gregorio Taumaturgo, a las ocho de la noche prendió fuego a un cajón de un chino barbero que le tenía a las espaldas de los loceros que estaban en la plaza grande la ciudad, y hacía rostro a las casas del cabildo, y esquina y calle de la Platería, y de allí prendió a otros dos o tres; tocaron a fuego en la catedral y conventos; procuraron derribar los demás que lindaban con ellos, para reparar no prendiesen los portales de la plaza ocurrió el señor arzobispo, y sacó de la catedral el Santísimo Sacramento, y se puso de rostro enfrente del fuego: ocurrió la religión de Santo Domingo con su patriarca, la de San Francisco con San Antonio de Padua, la de San Agustín con San Nicolás, la de la Merced con la Virgen, la de San Diego con su patrón, la de San Juan de Dios con dicho Santo, la Compañía de Jesús con una carta de San Ignacio, los devotos de la Virgen de las Angustias que está en el Hospital del Amor de Dios con su imagen, y todos rodearon el fuego, arrojando en él reliquias de los santos, y luego teniendo en hombros sus santos hincados de rodillas delante del Santísimo Sacramento, dijeron las letanías en ínterin derribaron gran parte de los cajones con maromas y barretas: en esta confusión fue mucho el daño de los cajoneros por los robos que les hicieron: quedó el fuego en los dos cajones que estaban cargados de jarcia, y fue tan vivo, que haciendo una noche tenebrosa, alumbraba toda la ciudad… asistían el virrey, oidores, corregidor, justicia y la infantería para reparar los daños; duró el fuego en su fuerza más de dos horas, y lo lento de él hasta el domingo siguiente por todo el día.”.
Diario de Gregorio Martín de Guijo [1648-1664]. Citado en; María del Carmen León Cázares, “A cielo abierto. La convivencia en plazas y calles”, p. 34; en Historia de la vida cotidiana en México, vol. II (La ciudad barroca), Pilar Gonzalbo Aizpuru (ed), Fondo de Cultura Económica y Colegio de México, Ciudad de México, 2005
Filed under: el (d)efecto barroco